Esa mañana de otoño estabas medio triste o algo apagada, Los dos en la cocina y el mate que no soltabas. El timbre, de repente, pareció encender tu cara. El joven del supermercado , sin duda traía algo que deseabas. Pensé en algún shampú o en un perfume.Saliste rápido al balcón y me dejaste hablando solo..Desde arriba buscabas al muchacho y quizás pensabas que el día podía,definitivamente,mejorar. Yo observaba tu figura esbelta y bella.Desde abajo él te había visto y se animó a subir. El portero le indicó el camino. Al subir el muchacho visualizó tu cuerpo contra la luz del día menos otoñal a esta altura.Pronunció tu nombre, pero por su voz demasiada baja, o acaso por vos, inclinada a los ruidos de afuera ,no lo oíste. Se acercó aún más y repitió: -Pao. Llegó hasta vos y te tocó levemente el hombro. Entonces te volviste y lo que buscabas abajo lo encontraste al alcance de tu mano.Ahí, a centímetros.
-Alex-murmuraste, y sentiste en ese instante que una garra apretaba tu garganta. Le sonreíste asustada, rejuvenecida esta vez tu cara, complacida y anonadada. Luego de un segundo, quisiste borrarlo todo: el nombre de él flotando en el aire, las sonrisas de ambos, el galope en tu pecho.--No lo oí subir. Le dijiste. Creo que en ese momento escuché el ruido de mi sorbida del mate.
--Te estaba buscando. Te hablaba pero no me escuchabas. Quería avisarte que el pedido va a estar para la tarde..-Dijo el joven.
En ese momento percibí que no querías hablarle más; miraste hacia adentro de la cocina buscándome y trataste de imponer indiferencia, pero un rubor hermoso se había instalado en tus mejillas.Apoyaste tu mano en la baranda del balcón. El dio un paso más y apoyó también la suya rozando tu meñique sin querer.Entonces retiraste tu mano con tanta prisa que hiciste sonreír de nuevo al muchacho. De ternura quizás. de adivinación, pero también por causa de aquella coraza que se auto impone una mujer casada.Sin embargo el instinto privado y taciturno de tu alma podía percibirse a una legua.Y cuando el instinto reviste con rubor el rostro humano es porque hay un germen de pasión y deseo contenido.
El tal Alex, no arrepentido sino respetuoso,también retiró su mano.Pero ambos ya habían sentido la quemazón.Se alejó lentamente.dejando un cataclismo en tu alma, un trastorno inmenso y una atracción profunda hacia él como nunca jamás había yo percibido en mi vida.
Atiné a decirte:--¿Todo bien?. Me miraste y calmaste tu respiración.Un eterno segundo transcurrió y por fin hablaste:-¿Viste? Dijo que el pedido va a estar para la tarde...