En el tiempo de cumplir mis 6 años, creo que nada nos unía tanto como mirar algo juntos, mucho más que mirarnos vos a mí y yo a vos...
Y entonces mientras caminamos por esa plaza y por aquél verano, los dos distinguimos a ése hombre alto que se acercaba y caminaba hacia nosotros dejándose observar.
Recuero que siempre, al cruzar las calles, apretabas mi mano con más fuerza. Eso mismo hiciste esa tarde a medida que el hombre se acercaba.
Más se acercaba, más apretabas mi mano. Casi que te digo que no era necesario que me apretaras la mano, porque no había ninguna calle en medio de la plaza. pero el hombre habló primero, Me miró, sonrió y dijo:
- Es igual a él.
Ahí fue cuando más apretaste mi pobre mano y creo quedó traumada para toda la vida. Aún hoy me cuesta moverla en plenitud.
Hablaste dos frases más con el hombre y se alejó lentamente. Te pregunté quien era.
-Una sombra , me dijiste . Tu rostro de pronto se había puesto más joven y recién entonces aflojaste mi mano.
Haber visto juntos a ese hombre nos unió más que nada en el mundo.